EL AUMENTO DE LAS TEMPERATURAS PUEDE CREAR TSUNAMIS EN EL ÁRTICO
Los tsunamis –como el de Sumatra o el que arrasó Japón– no tienen nada que ver con el cambio climático. Son fenómenos puramente geológicos.
“Sin embargo, durante los procesos de aumento de temperaturas en el Ártico se pueden producir una serie de acontecimientos que conectan el deshielo con las olas gigantes”, explica Angelo Camerlenghi, investigador de la Universitad de Barcelona (UB), que participará en el 2012 y el 2013 en varias expediciones al Ártico que quieren concretar el riesgo de esa cadena de sucesos.
Hace 7.000 años, un maremoto arrasó las costas de Noruega, Escocia y las islas Feroe. “La causa fue una avalancha de sedimentos bajo el mar, millares de metros cúbicos a lo largo de 300 kilómetros en el mar de Noruega, el llamado corrimiento de Storegga”, explica Roger Urgelés, investigador del Instituto de Ciencies del Mar.
Según algunos geólogos, este alud se debió a los temblores y a la liberación de gases que se producen durante los deshielos, cuando el hielo deja de presionar en el fondo marino y la temperatura sube.
INQUIETUD
Esta es la posible conexión entre el calentamiento global y los tsunamis generados por deslizamientos de tierra submarinos. Esta posibilidad se hace aún más inquietante si se piensa que el cambio climático empujará hacia el Ártico a más población que la actual, según explica el geólogo, y ello aumentará el número de personas expuestas.
“En el Ártico se dan circunstancias de gran inestabilidad en algunos sedimentos”, dice Camerlenghi. Durante las épocas de máximo glacial, el hielo, “como un bulldózer”, arrastra sedimentos densos desde la plataforma continental hacia el talud continental –la zona de inclinación hacia el abismo–, donde se depositan encima de sedimentos más frágiles.
Cuando el casquete de hielo se retira, la corteza terrestre recibe menos presión. “Es como si se hinchara”, explica Camerlenghi, y eso produce terremotos. Al mismo tiempo, el aumento de las temperaturas hace que el metano almacenado en estado sólido se gasifique “y ocupe un volumen 160 veces mayor”, explica Urgelés. La combinación de estos factores puede hacer colapsar los sedimentos del talud.
Este proceso no se da en la Antártida porque allí el hielo es más antiguo que en el Ártico y los sedimentos de los taludes se han estabilizado.
POCO PROBABLE
“Es una secuencia poco probable, pero no imposible”, comenta José Luis Fernández Turiel, investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra, no implicado en el proyecto de Camerlenghi. “La hipótesis según la cual el metano submarino es una pistola lista para disparar es muy especulativa”, apunta otro investigador independiente del estudio, el catedrático de la UB Miquel Canals.
“En el caso de Storegga, puede que el alud lo hubiera causado una pérdida de hidrocarburos en un gran yacimiento que se encuentra por debajo”, añade. “En todo caso, estos fenómenos no serían inmediatos: el deshielo debería aumentar mucho más para que pudieran acaecer”, afirma Turiel.
Sin embargo, Camerlenghi considera que es importante explorar el fenómeno. El corrimiento de Storegga fue estudiado por la empresa que explotaba el yacimiento subyacente, y el propio equipo de Camerlenghi detectó restos de otros aludes con anterioridad.
Pero la expedición que empezará este año con el buque español Hespérides, y proseguirá el próximo con el alemán Merian –y que implica a científicos de cinco países– será la primera dedicada en exclusiva a este asunto.
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