MAÍZ TRANSGÉNICO, UNA AMENAZA PARA LOS MEXICANOS
La eventual siembra en México de más de dos mil hectáreas de tierra con maíz genéticamente modificado (transgénico) amenaza a la agricultura y la alimentación de millones de personas que dependen en su dieta del milenario cereal.
Sus efectos a largo plazo plantean alertas, como el surgimiento de alergias, afectaciones hepatorrenales e incluso en el aparato reproductivo, consideró Aleira Lara, coordinadora de la campaña Agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace.
Pero en particular, dijo, representan un riesgo para la conservación de la biodiversidad agrícola.
Activistas de esa organización no gubernamental han expresado su desacuerdo con la medida a las autoridades mexicanas y exigen prohibir este tipo de siembra.
Hace poco el relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Olivier De Shutter, recomendó reinstalar la moratoria a la siembra de maíz transgénico en el país para evitar que contamine a las variedades autóctonas.
Para ello, De Shutter se sustentó en que este cultivo en México constituiría un grave peligro para la biodiversidad de las variedades nacionales de la planta por los efectos aún ignorados sobre el maíz criollo.
Y contrario a lo que suelen plantear los defensores de los transgénicos, no existe en el mercado una sola variedad genéticamente modificada que haya sido creada para resistir sequías o heladas, afirmó.
Al iniciar el año, las secretarías de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación y de Medio Ambiente negaron a la multinacional estadounidense Monsanto (originaria de Saint Louis, Missouri) los permisos de siembra piloto de maíz transgénico en Sinaloa.
Sin embargo, el pasado 8 de marzo, en las mismas condiciones se le autorizó a Tamaulipas, estado donde se concentra cerca del 12 por ciento de las 59 razas nativas registradas en México.
Este primer permiso en fase piloto abre la puerta a siembras masivas de ese grano a nivel nacional, lo que pone en riesgo a la alimentación de los mexicanos y la agricultura local, advirtieron los especialistas.
Algo así como el último round de la pelea antes de que empiece la liberación comercial del producto agrícola.
La Campaña Nacional Sin maíz no hay país y la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) a través de su Programa de Agricultura y Alimentación también rechazaron categóricamente el otorgamiento ilegal de esta primera licencia.
Consideraron que son varias las violaciones a la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados en las que incurrieron ambas dependencias federales.
De acuerdo con documentos oficiales las compañías Monsanto, Dow AgroSciences, PHI México y Syngenta Agro han solicitado plantar sus granos en dos mil 171 hectáreas en tierras de Nayarit, Sinaloa, Tamaulipas, Coahuila, Durango y Sonora.
Monsanto (a modo de recuento), es fabricante del agente naranja, herbicida utilizado en la guerra de Vietnam para la destrucción de cosechas y vegetación en la nación asiática.
Además de las especies que crecen en el país, se estima que existen 200 variedades adaptadas de este grano, usado en tiempos remotos por diversos pueblos y culturas mesoamericanas, como los olmecas y los aztecas.
Hace poco el representante de la ONU advirtió que la inmensa mayoría de los pequeños agricultores de México dependen de las variedades de maíz nativo o criollo, por lo que resultaría vital para ellos seguir usando esos sistemas.
Pero además la posible introducción de los transgénicos avienta el temor de que de forma gradual la agricultura nacional, al menos para los productores de maíz, se haga totalmente dependiente de la compañía Monsanto.
Lo anterior, por supuesto, encarecería la producción de la planta y sencillamente esta dependencia “no es buena a largo plazo para México”, señaló De Shutter.
POR EL BIEN DE MÉXICO
El 29 de septiembre de 2009 investigadores de distintos países, por iniciativa de la UCCS, suscribieron una carta dirigida al presidente Felipe Calderón.
Entre otros aspectos el texto subrayó que en las manos del gobernante estaba “la responsabilidad histórica de prevenir el daño irreversible a uno de los más valiosos recursos naturales del mundo: la diversidad del maíz mexicano”.
Criticaron el hecho de que esta administración diera pasos con el fin de apresurar la introducción aquí de maíz genéticamente modificado.
Al mismo tiempo alertaban sobre el convencimiento de tener “la evidencia científica disponible, de que esta decisión representa un riesgo desproporcionado e innecesario que debe evitarse a toda costa por el bien de México y del mundo”.
Sin embargo, el espaldarazo que recibe el proyecto del maíz transgénico por parte del gobierno y algunos sectores de la ciencia se contrapone a la actual Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados.
Tal legislación estipula que no deben liberarse este tipo de organismos si existe riesgo de flujo génico a variedades nativas.
Por la diversidad de maíz existente en el territorio mexicano sería casi imposible impedir la contaminación y tal vez, como auguran no pocos analistas, el daño podría resultar irreversible.
La urgencia por detener estos cultivos llegan también en momentos que se intenta crear una conciencia global acerca de la necesidad de producir alimentos sanos en cantidades suficientes y que a la vez sean aptos y diversos, basados en métodos agrícolas sustentables que no dañen el entorno.
Para los críticos de los transgénicos estos no han aumentado en modo alguno los rendimientos ni han disminuido el uso de fertilizantes, por el contrario sí se detecta que han incrementado su impacto en la emisión de gases de efecto invernadero y el cambio climático global.
Alegan que lo ideal sería que los pequeños productores se beneficiaran con la implementación de proyectos a gran escala que incentivaran no solo las producciones, sino también una mejoría en las condiciones y niveles de vida en el campo mexicano.
Cuentan viejas leyendas de los pueblos originarios que “los dioses encomendaron a Quetzalcóatl la misión de proporcionar a los seres humanos su comida.
Como las hormigas viven debajo de la tierra y son muy trabajadoras, Quetzalcóatl observó que una hormiga roja venía saliendo del interior de la tierra, donde estaba escondido el alimento de los seres humanos.
La hormiga cargaba un grano de maíz y Quetzalcóatl le preguntó el lugar de donde provenía el maíz, pero la hormiga roja no le quiso contestar.
Quetzalcóatl interrogó con mucha insistencia a la hormiga roja, que terminó por decir la verdad. El maíz y muchos otros granos más estaban en el interior del Monte de nuestro sustento.
Cultivado en la mayoría de las naciones del mundo, se considera entre las tres primeras cosechas en importancia junto con el trigo y el arroz.
Y por solo citar un ejemplo del más popular de sus usos, en México –donde existe en el Estado de Oaxaca evidencias del grano hace unos 10 mil años–, se producen diariamente cerca de 300 millones de tortillas de maíz.
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