BOLIVIA, EL DIFÍCIL CAMINO DE LOS BOSQUES Y LA MADERA
El país es el sexto país del mundo en cantidad de bosques naturales tropicales y sus áreas boscosas representan el 10% de las de Suramérica. Sin embargo, a pesar de contar con la Ley Forestal 1700 desde 1997, el tráfico de maderas preciosas no ha logrado controlarse.
Bolivia constituye hoy una de las reservas de maderas preciosas más grandes del mundo, sin embargo cada año miles de pies de variedades de incalculable valor se marchan de manera clandestina a través de sus fronteras o se venden ilegalmente en el país.
Horas antes de finalizar 2011, la V división del Ejército, acantonada en Roboré (en el departamento de Santa Cruz de la Sierra), decomisó 194 postes de chuchi, una madera preciosa de la región de Chiquitania, famosa por la calidad de los árboles que allí crecen.
La referida división constituye apenas una de las que trabaja en coordinación con la Agencia para el Desarrollo de las Macroregiones y Zonas Fronterizas (Ademaf), con la intención de evitar la fuga de productos bolivianos y la entrada de otros de manera clandestina.
La madera constituye uno de los productos de mayor demanda allende las fronteras del Estado Plurinacional y en 2011, por ejemplo, lograron recuperarse más de 220 mil piezas, aunque esa cifra, según analistas, dista del total que se logró extraer.
Bolivia es el sexto país del mundo en cantidad de bosques naturales tropicales y sus áreas boscosas representan el 10% de las de Suramérica.
Sin embargo, a pesar de contar con la Ley Forestal 1700 desde 1997, el tráfico de maderas preciosas no ha logrado controlarse. Fiscalizar 53 millones de hectáreas, casi la mitad del territorio boliviano, y a 50 mil usuarios resulta una tarea demasiado engorrosa, una de las causas por las cuales la mitad de la madera que se produce en la nación es clandestina.
El país del altiplano cuenta con el mayor bosque tropical certificado del planeta -un millón de hectáreas- con una ubicación privilegiada en la cuenca del Amazonas, lo cual garantiza su desarrollo sostenible.
A pesar de las fugas y la tala indiscriminada, Bolivia controla la mayor parte de sus bosques y los ciclos de rotación de la madera están establecidos para cada 20 años.
La mitad de los bosques se encuentran en reservas o territorio indígena y unas 200 variedades son consideradas preciosas, entre ellas las muy codiciadas cumarú/almendrillo, jatoba/paquio, cambará, cedro, mahagony, caoba, roble y la mara.
Regiones específicas constituyen caldo de cultivo de las ilegalidades en la tala de árboles y explotación desmedida, muchas veces por empresas extranjeras, que actúan clandestinamente, entre ellas en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (Tipnis), centro de una polémica por la construcción de una carretera.
En noviembre pasado, la Autoridad de Bosques (ABT) dejó sin efecto los contratos, con empresas privadas, para talar en unas 79 mil hectáreas, otorgados con anterioridad para ese fin en el Tipnis.
Mientras, el Servicio Nacional de Áreas Protegidas reveló que en los últimos años el avance de las plantaciones de coca dentro del Tipnis puso en peligro grandes extensiones de bosques.
Los indígenas de la zona culparon de la deforestación a los cocaleros, quienes con el objetivo de plantar coca la emprenden continuamente con las áreas boscosas.
Situaciones similares se repiten en otros lugares de la nación, pese a lo cual, las reservas forestales de Bolivia, y sobre todo sus especies preciosas, constituyen un orgullo de la nación.
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