GRAVE LA PÉRDIDA DE SUPERFICIE DEL CASQUETE POLAR ÁRTICO EN ÚLTIMOS 30 AÑOS
Las regiones del Ártico registraron el año pasado las temperaturas más altas de los últimos cincuenta años, informaron científicos del Instituto de Investigaciones del Ártico.
“El año 2011 fue el más cálido en el Ártico de los últimos cincuenta años, con 3 a 4 grados centígrados por encima de la media anual de temperaturas. Existen ya consecuencias visibles de esos cambios”, manifestaron.
El ritmo de desaparición es tan acelerado que si en el invierno de 1980 el tamaño de esta masa de hielo era de aproximadamente 15 millones 600 mil kilómetros cuadrados, hoy faltan 960 mil kilómetros cuadrados.
De seguir la inercia, el panorama no es muy alentador, pues la superficie se derretiría completamente hacia fines de siglo, aunque otros señalan que esta fecha está más cerca y podría darse entre 2040 y 2050.
Expertos coinciden en que, “hay que ser enfáticos y señalar que al decir ‘desaparecerá’, los expertos se refieren a que no habría capa de hielo en el verano, aunque ésta podría regresar en invierno”.
A últimas fechas, la preocupación ha aumentado, en especial después de 2007, año en que se observó una disminución del hielo ártico tan drástica, que la comunidad científica decidió encender focos rojos. Afortunadamente, se registró una recuperación entre 2008 y 2009, pero no lo suficiente como para llamar al optimismo, pues si bien la condición no se agravó como se esperaba, la merma continúa, a razón de 3.5 por ciento cada 10 años.
¿A qué se debe esto? En gran parte a que el espesor de esta capa gélida no es tan gruesa como uno esperaría. De hecho, mide alrededor de dos o tres metros sobre toda la extensión de hielo, y aunque llega a tener 25 metros en algunos lugares, ésta cada vez se hace más delgada.
El proceso de desglaciación es sumamente complejo, porque los hielos responden a las variaciones climáticas y pueden recuperarse de un año a otro, por lo que Delgado señaló que lo importante es observar tendencias, no eventos aislados, y evaluar cómo la actividad humana acelera el fenómeno.
Deforestación, producción de gases efecto invernadero y uso desmedido y poco eficiente de los hidrocarburos son algunas de las actividades humanas detrás del inusual aumento en la temperatura alrededor del globo, fenómeno al que el Ártico es particularmente sensible, pues los agujeros más grandes en la capa de ozono se localizan justo arriba de los polos.
De manera recurrente, el planeta ha experimentado glaciaciones y desglaciaciones, pero ante quienes argumentan que las observaciones actuales obedecen a dicha oscilación natural, el investigador señala que éstas no se habían dado, a tal magnitud, en un periodo tan corto, lo que nos hace pensar que se trata de un evento antropogénico.
Sin importar la estación, siempre hay agua congelada sobre el océano ártico, aunque en invierno se observa más; sin embargo, de continuar el ritmo al que se derrite, probablemente desaparecerá durante los veranos.
Es un hecho que, con el deshielo, se abrirían canales de navegación, y aunque aún falta para ello, ya hay compañías pesqueras y petroleras listas para recorrer y explotar una región cuyos recursos continúan intactos. Y éste es el problema, que no se ha explorado y no sabemos qué efectos tendría una intrusión de este tipo.
Por esta razón, muchos activistas han formado un frente para evitar que las compañías pesqueras y petroleras tengan acceso a la zona antes que los científicos, pues es preciso que ellos evalúen y anticipen cualquier impacto ambiental, tanto en la superficie como bajo el océano, pues hablamos de aguas que tienen de cuatro mil a cuatro mil 500 metros de profundidad.
Es necesario hacer que los gobiernos se comprometan a frenar la emisión de gases de efecto invernadero. Muchos países argumentan que su estilo de vida se vería amenazado si se pliegan al Tratado de Kioto; es preciso hacerlos ver que si no toman acciones ahora, después será tarde para mitigar estos efectos que, eventualmente, ocurrirán.
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