EN COLOMBIA LUCHAN POR SALVAR AL CAIMÁN LLANERO
A pesar de ser un símbolo de los Llanos Orientales colombianos, hoy no quedan más de 200 ejemplares en estado silvestre, esto a pesar de que a comienzos del siglo XX podían existir millones.
A esta especie le sucedió lo mismo que a otro de sus congéneres, llamado caimán aguja: fueron cazados sin piedad durante más de 50 años, para usar su piel en la fabricación de accesorios y prendas de vestir. Hace un poco más de 20 años, el Gobierno prohibió sus capturas, pero el control llegó tarde.
Ya está casi acabado, al punto de que hoy hay más ejemplares en cautiverio que en libertad. Además, es una de las 12 especies más amenazadas de extinción en el mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn).
Por esto, la Gobernación de Casanare y la Fundación Palmarito decidieron unir fuerzas y organizar un programa para reintroducir alrededor de 2.500 caimanes llaneros a ciénagas y lagunas. La idea es seguir el ejemplo de Venezuela, país donde en los últimos 21 años se reintrodujeron alrededor de 10 mil ejemplares.
En síntesis, lo que se quiere es impulsar la cría en cautiverio para posteriormente llevarlos a zonas protegidas como, por ejemplo, los humedales de Casanare, una zona de 20 mil hectáreas en el municipio de Orocué y que debería convertirse a corto plazo en área nacional protegida.
“Para lograrlo vamos a mejorar la reproducción en un parque que la Gobernación le entregó a Palmarito en comodato llamado Wisirare, de 1.300 hectáreas. Allí se construirá una incubadora y unas piscinas para empezar a producir entre 100 y 200 crías por año, mantenerlas bajo nuestro cuidado por uno o dos años y cuando tengan un metro o un metro y medio liberarlas en el medio natural”, explicó Rafael Antelo, director científico de Palmarito.
El experto agregó que antes de la firma de este convenio, los ejemplares nacidos en cautiverio en Wisirare era llevados para la estación Roberto Franco, de la Universidad Nacional en Villavicencio, pero de ahora en en adelante se quedarán en Casanare. “La especie no se está recuperando en libertad, y hay que ayudarle con este esfuerzo científico”, explicó Antelo.
Otra parte del proyecto es la educación ambiental con la que la Gobernación y Palmarito pretenden, entre otras cosas, enseñarles a los llaneros que no hay justificación para matar a los caimanes cada vez que se encuentran con uno, pensando que son animales agresivos y despiadados. Los caimanes generalmente salen corriendo cada vez que ven a un ser humano.
La conservación del caimán llanero no es algo accesorio, porque gracias a él la población de pirañas se mantiene estable. Estos animales también controlan las poblaciones de peces, porque se comen los ejemplares débiles y enfermos y a los cadáveres que pueden afectar las poblaciones sanas. Por eso, cuando hay caimanes en una ciénaga o un río, la pesca es buena.
El plan de recuperación del caimán también cobija a otra especie: la tortuga Ra o Chalapa, como se le conoce en el Llano, la más grande que hay en la Orinoquia.
Puede alcanzar los siete metros
Según datos obtenidos por la Fundación Opepa, el caimán llanero o del Orinoco puede alcanzar hasta los siete metros de longitud. En Colombia se puede ver en los ríos Ele, Cravo Norte, Lipa, Casanare, Guayabero, Tuparro y Orinoco. También permanece en grandes charcos y lagunas profundas, aunque a veces sale a cazar en las noches.
Las hembras pueden depositar entre 40 y 70 huevos en nidos que se construyen en la playa. El caimán llanero no muestra agresividad frente al hombre, pero en cautiverio puede ser bastante temperamental. Es carnívoro y se alimenta de saínos (puercos de monte), chigüiros, venados, ñeques, peces, tortugas y babillas e incluso de animales domésticos.
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