MINERÍA LIDERA AMENAZAS A RESERVA DE BIOSFERA EN AMÉRICA CENTRAL.
El riesgo de contaminación que supone la mina Cerro Blanco para la Reserva de la Biosfera Trifinio Fraternidad, compartida por El Salvador, Guatemala y Honduras, es solo la punta del iceberg de las amenazas ambientales a las que está sometida esa amplia zona.
La deforestación acelerada, la contaminación de ríos y lagos, malas prácticas agrícolas, el uso indiscriminado de agroquímicos, incendios forestales, la tala ilegal y la pesca indiscriminada se cuentan también entre las principales preocupaciones de ambientalistas y autoridades de Guatemala.
“La región sudeste es la más deforestada de Guatemala y solo quedan algunos remanentes”, manifestó el experto Julio Castro, del estatal Consejo Nacional de Áreas Protegidas, en alusión a la porción de la reserva que corresponde a este país.
“La pesca indiscriminada en el lago de Güija, que comparten El Salvador y Guatemala, las construcciones ilícitas a su alrededor, así como la cacería y deforestación son las asuntos que nosotros más hemos vigilado”, sin que hasta ahora hayamos podido frenar el deterioro, admitió el funcionario.
La Reserva de la Biosfera Trifinio Fraternidad, declarada como tal el 29 de junio de 2011 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, comprende un área de 1.500 kilómetros cuadrados, integrada por ocho municipios salvadoreños, dos en Honduras y otros dos en Guatemala.
Situada en la parte central de la Región Trifinio, es la primera reserva de biosfera trinacional de América Central, la cual posee innumerables especies endémicas de animales como el puma, el mono araña, el tucán o el jaguar, y vegetales como el roble y el laurel.
El río Lempa, que cruza los tres países antes de desembocar en el océano Pacífico, nace en el seno de la reserva y sirve de sustento a millones de personas, así como el lago de Guija, de 45 kilómetros cuadrados, compartido por El Salvador y Guatemala.
A pesar de su riqueza, esta área compartida permanece en riesgo debido a diversidad de actividades humanas que afectan el ecosistema.
Hasta ahora, la preocupación que ha prevalecido en el área es la instalación de la mina Cerro Blanco, en el sudoriental departamento guatemalteco de Jutiapa, de donde se extraerá oro y plata a partir de 2013, lo cual representa “un peligro” para la salud humana por el uso de químicos tóxicos, advierten ambientalistas.
De hecho, el vicepresidente salvadoreño, Salvador Sánchez, acusó este mes a Guatemala de contaminar aguas trinacionales por esa actividad minera y amenazó con demandar al país “ante otras instancias” de no tomar acciones al respecto.
“Hay pruebas científicas de la contaminación; no estamos exagerando”, según la activista Berta Medrano, del grupo salvadoreño Gaia, quien mostró su preocupación por la degradación de las aguas del Lempa, que surte de este recurso a miles de familias salvadoreñas.
“Por eso hemos insistido en que se eleve al grado de las cancillerías y de los presidentes este asunto, porque los procesos productivos de los países no pueden poner en peligro las vidas humanas de otros estados ni del propio”, añadió.
Pero hay otros temas que consideró igual de preocupantes en la zona.
“La deforestación acelerada por el cambio de uso del suelo para la ganadería y la agricultura extensiva, el uso indiscriminado de agroquímicos que causan contaminación del agua, la quema y los incendios forestales son amenazas constantes”, precisó la activista.
Según el Programa de Reducción de Emisiones por la Deforestación y Degradación de Bosques (REDD) en América Central, más de 285.000 hectáreas de árboles se pierden cada año en la región. Y otros estudios confirman la debacle ambiental.
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LA PALOMA MIGRATORIA, EJEMPLO DE LA EXTINCIÓN DE ESPECIES EN AMÉRICA DEL NORTE.
La grácil y etérea paloma migratoria (Ectopistes Migratorius), es un caso emblemático de extinción de una especie animal. En algo más de un siglo, la paloma migratoria pasó de contar con más de dos mil millones de ejemplares en América del Norte, a desaparecer para siempre del eco sistema terrestre.
Paloma Migratoria
Las palomas migratorias pertenecían al orden columbiforme, el mismo del resto de las palomas y tórtolas que sobreviven hasta hoy. El tamaño de la paloma era similar al de una paloma común, si bien notablemente más estilizado, lo que favorecía sus inagotables migraciones anuales.
El aspecto de la paloma migratoria era algo más llamativo que el de las palomas actuales, sobre todo en los machos, donde se combinaba el rojo en las plumas del pecho, el azul en las cabezas y dorso, el blanco en el vientre y el negro en el extremo de las alas y cola. Las hembras eran más menudas y de colores más opacos.
Acaso el rasgo más llamativo de las palomas migratorias, eran sus migraciones en multitudes de decenas, o hasta centenas de millones de palomas, un caso único en la historia del reino animal.
Lo anterior favoreció las variadas leyendas tejidas en torno a dichas migraciones, como que el sol se oscurecía cuando ellas surcaban el cielo, que los árboles se mecían con el viento generado por sus aleteos o que sus bandadas llegaban a medir más de un kilómetro de largo.
Cierto es que el tiempo distorsiona y agiganta la realidad, pero indudablemente que las colonias de palomas migratorias estaban formadas por cientos de miles, o hasta millones de palomas.
Migración de la paloma migratoria
Las palomas migratorias migraban hacia el noroeste de Estados Unidos para anidar en las estaciones cálidas, y luego retornaban hacia el noreste para hibernar, en un área que cubría desde Canadá hasta el Golfo de México.
De la anidación de las palomas nacía un solo pichón, del único huevo que ponían. El polluelo sólo se alimentaba de los alimentos regurgitados de sus padres y tardaba alrededor de dos semanas en dejar el nido. Ya en la adultez, la paloma migratoria se alimentaba de variadas semillas y pequeños insectos.
1914: La extinción de la paloma migratoria
Desde antaño, los indígenas norteamericanos supieron convivir con las palomas migratorias, a la cual nunca dejaron de cazar, pero en moderada forma, a la par que su caza estuvo siempre imbuida en un sentido religioso tribal. Bastó que el hombre blanco descubriera sus atractivos, para que dicho equilibrio se rompiera para siempre.
En consecuencia, las palomas migratorias fueron indiscriminadamente cazadas por su grasa, plumas y carne, ésta última tanto como alimento para ganado, cuanto para el hombre, particularmente las clases más humildes, que premunidas de una honda obtenían gratuitamente la cena para toda la familia.
A la par de ello, se talaba en forma creciente los bosques donde anidaban. Estos factores, sumados a que de su anidación nacía una sola cría, mermó irreversiblemente su número. Fruto de esto, los ejemplares que iban quedando rápidamente contraían enfermedades al estar mal alimentadas y sin las suficientes defensas. Las crías de palomas nacían debilitadas y en muchos casos, morían antes de emprender el vuelo.
Por si fuera poco, el ejército norteamericano se divertía en sus campañas matando a cientos de ejemplares probando su artillería.
Ya en 1850 el número de palomas migratorias había descendido ostensiblemente y para 1880, alarmados-tardíamente- por esta situación, los norteamericanos intentaron criar en cautiverio a los sobrevivientes.
Fue una medida desesperada, tan desesperada que contradecía la naturaleza misma de esta especie, y que por tanto sólo contribuyó a proseguir con su exterminio, ya que llegada la época de anidación, los instintos de las palomas migratorias en cautividad eran más fuertes y se abalanzaban una y otra vez contra las rejas de sus jaulas, muriendo destrozadas. En 1900 habría muerto el último ejemplar de paloma migratoria en estado salvaje y el 01 de septiembre de 1914, a las 13:00 horas, en el zoológico de Cincinnati, murió Martha, el último ejemplar de esta especie, a avanzada edad.
Se sabe con tanta certeza la fecha de su muerte, pues así se lo registró en dicha institución y es hasta hoy, el único caso en que se ha constatado con tanta rigurosidad la desaparición de una especie. El cadáver de la paloma disecado se conserva hasta hoy en el Smithsonian Institution.
Si bien desde esa fecha y hasta hoy, en reiteradas oportunidades habitantes de Norte América dicen “creer” haber visto “ejemplares aislados” de paloma migratoria, ningún estudio científico lo ha confirmado.
Por lo demás, contrariaría a su naturaleza, que la llevaba a formar colonias de miles o hasta millones, el ver sólo un ejemplar “aislado”. Por ende, tales aseveraciones responden sólo al deseo de ver nuevamente aquellas inacabables bandadas de palomas migratorias nublando los cielos.
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ESTRATEGIAS DE ACCIÓN PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE DEL ÁRTICO.
La región del Ártico es un componente fundamental del medio ambiente del planeta. El cambio climático en el Ártico avanza de modo dramático, con cambios visibles cada año y un impacto significativo en su ecosistema y en las formas de vida de sus habitantes.
Al mismo tiempo, el rápido retroceso del hielo del mar y el progreso tecnológico abren nuevas oportunidades económicas en la región, tales como el transporte marítimo, la minería, la extracción de fuentes de energía y la pesca.
Aunque beneficiosas para la economía mundial, estas actividades exigen también un enfoque prudente y sostenible, pues si no se respetan las normas medioambientales más exigentes, las repercusiones serán más graves en la frágil región del Ártico.
La estrategia que debe ser adoptada puede resumirse en tres palabras, “conocimientos, responsabilidad, compromiso”, incluye una serie de medidas concretas que contribuyen a la investigación y al desarrollo sostenible de la región y promueve tecnologías respetuosas con el medio ambiente que podrían utilizarse para el transporte marítimo y la minería sostenibles.
La evolución de la situación en el Ártico hace aún más urgente nuestra lucha contra el cambio climático global y reviste una importancia estratégica, económica y medioambiental cada vez mayor.
Existen desafíos medioambientales y oportunidades que requieren atención mundial en investigación, financiación, lucha contra el calentamiento global y desarrollo de tecnologías más ecológicas.
La Comunicación contiene una serie de medidas destinadas a apoyar la gestión efectiva del Ártico, entre ellas:
- Apoyo a la investigación en el Ártico
- Contribución a la búsqueda y el rescate en el Ártico mediante el lanzamiento de la nueva generación de satélites de observación.
- Refuerzo de las medidas de lucha contra el cambio climático.
- Uso de los recursos naturales para maximizar el desarrollo sostenible en el Ártico en beneficio de las comunidades locales y autóctonas.
- Promoción y desarrollo de tecnologías respetuosas con el medio ambiente que podrían ser utilizadas por las industrias extractivas en el Ártico.
- Mejora del diálogo bilateral sobre cuestiones relativas al Ártico con Canadá, Islandia, Noruega, la Federación Rusa y Estados Unidos; incluyendo la solicitud del estatuto de observador permanente en el Consejo Ártico.
- Intensificación, en las políticas y los programas orientadas a los esfuerzos para mantener un diálogo regular con representantes de las organizaciones de los pueblos indígenas.
Este período ha sido el más caluroso que se ha registrado nunca en el Ártico y se prevé que, en los próximos 30 a 40 años, el deshielo en la región sea total en verano. Los rápidos cambios podrían dar libre acceso a vastos recursos naturales, por ejemplo en petróleo y gas, y abrir vías marítimas que podrían ahorrar tiempo y dinero en las grandes rutas comerciales entre Europa y Asia.
El Consejo Ártico es el principal foro internacional encargado de la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible en el Ártico. Los miembros del Consejo Ártico son los Estados árticos (Canadá, Dinamarca, que representa tanto a Groenlandia como a las Islas Feroe, Finlandia, Islandia, Noruega, la Federación Rusa, Suecia y Estados Unidos).
Las organizaciones de los pueblos indígenas son Participantes Permanentes del Consejo Ártico.
Muchos científicos y expertos estiman que para frenar el calentamiento en el Ártico serían necesarias instalar unas cien torres, cuyo coste ronda los 300.000 dólares por unidad.
Actualmente, ningún gobierno ni institución internacional ha mostrado interés en financiar ni estos dispositivos ni la construcción de barcos que bombearan agua a la atmósfera (costaría unos 30 millones de dólares); por lo que el trabajo de estos prototipos se limitan a los laboratorios.
De no adoptarse medidas de urgencia, en opinión de este panel de científicos e ingenieros, en los próximos años “con estas emisiones de gases de efecto invernadero podría haber un calentamiento de 9 o 10ºC en el Ártico”.
Un hecho que, a su vez, aceleraría el deshielo de esta zona del planeta y se liberaría todo el metano que se ha ido almacenando a lo largo de miles de años.
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