UN POQUITO DE HISTORIA DE JUJUY
Los arqueólogos señalan que lo primeros habitantes llegaron al territorio de la actual provincia hace mas de 12.000 años. Con el tiempo ocuparon diferentes zonas geográficas, desde las tierras altas de la Puna hasta los cálidos valles del oriente provincial.
LA DIVERSIDAD DE LAS CULTURAS INDIGENAS
Hace 12.000 años los pueblos jujeños vivían de la caza y la recolección.
Algunos de estos pueblos compartían tradiciones y costumbres pero tenían características originales según habitaran en la Puna, la Quebrada o los Valles Centrales.
Algunos de estos pueblos compartían tradiciones y costumbres pero tenían características originales según habitaran en la Puna, la Quebrada o los Valles Centrales.
LOS POBLADORES DE LA PUNA
En el norte puneño (Yavi y Santa Catalina) habitaban los Chichas. Al oeste de ellos los Casabindos Y Cochinocas, extendían su territorio hasta las Salinas Grandes. En la zona de Susques se asentaban grupos de Atacamas, originarios del lado actualmente chileno de la cordillera de Los Andes.
En el desértico paisaje de la Puna, la población estaba más dispersa debido a que su ocupación principal era el pastoreo de las llamas. Cerca de Yavi y de La Quiaca las sociedades aldeanas cultivaban papa, oca y quínoa, en algunos lugares protegidos por el frio.
En Casabindo hay vestigios de arte rupestre con representaciones de figuras humanas. En sus alrededores existieron áreas bajo riego, pero los centros agrícolas más importantes estaban en la zona de Yavi y en la quebrada del rio Doncellas (Cochinoca).
En el desértico paisaje de la Puna, la población estaba más dispersa debido a que su ocupación principal era el pastoreo de las llamas. Cerca de Yavi y de La Quiaca las sociedades aldeanas cultivaban papa, oca y quínoa, en algunos lugares protegidos por el frio.
En Casabindo hay vestigios de arte rupestre con representaciones de figuras humanas. En sus alrededores existieron áreas bajo riego, pero los centros agrícolas más importantes estaban en la zona de Yavi y en la quebrada del rio Doncellas (Cochinoca).
LOS PUCARAS
Hace 1.000 años, ciertos pueblos aborígenes de la región jujeña decidieron fijar sus residencias en los cerros o mesetas de difícil acceso. Así dieron origen a sitios fortificados llamados Pucara, los cuales no solos tenían fines defensivos sino también religiosos y sociales. Desde esas alturas podían controlarse los campos de cultivo circundantes y las viviendas de los campesinos de los terrenos bajos.
En la Puna, el pucará de La Rinconada permitía vigilar, desde una alta meseta, el tráfico por las rutas que cruzaban la región.
En la zona de Yavi, desde el pucará de Cerro Colorado y el del Pueblo Viejo de La Quiaca, se controlaba el denso poblado de Yavi Chico, lugar ideal para la agricultura.
En la Puna, el pucará de La Rinconada permitía vigilar, desde una alta meseta, el tráfico por las rutas que cruzaban la región.
En la zona de Yavi, desde el pucará de Cerro Colorado y el del Pueblo Viejo de La Quiaca, se controlaba el denso poblado de Yavi Chico, lugar ideal para la agricultura.
LOS HABITANTES DE LA QUEBRADA
En la Quebrada de Humahuaca confluyeron pueblos andino y chaqueños, que al mezclarse, dieron a la región rasgos particulares.
Hace 2.500 años los quebradeños ya eran agricultores expertos; cultivaban mas de cincuenta clases de papa, además de oca, quínoa,ají, zapallo, maíz y maní. En la cueva de Huachichocana (Purmamarca) se hallaron restos de plantas domesticadas de esa época. En Alfarcito (Tilcara), en Antumpa (cerca del río Grande), o Estancia Grande (Puamamarca) hay vestigios que hablan de aldeas, con casas dispersas, habitadas por familias de igual riqueza, que trabajaban la cerámica, tejían y solian intercambiar productos con otros pueblos, incluso de lugares tan lejanos como el desierto de Atacama (Chile).
Desde el año 1.000, estas comunidades experimentaron cambios profundos. Algunas personas ya sobresalían por tener mayor poder y prestigio. Las crecidas aldeas contaban con jefes: los Kuracas. La economía necesitaba de grandes obras, como andenes, canales de riego y silos para almacenar granos de maíz y chuño. Los campos de cultivo de Coctaca tenían casi 4.000 hectareas bajo riego.
Al norte habitaban los Omaguacas y los uquías, que constituían una unidad; mas al sur, los Tilcara,ocupaban la actual zona de Tilcara, Maimará y en Hornillos; los purmamarcas, se encontraban un poco mas hacia el oeste, y en la actual zona de Volcán, estaban los tilianes.
Hace 2.500 años los quebradeños ya eran agricultores expertos; cultivaban mas de cincuenta clases de papa, además de oca, quínoa,ají, zapallo, maíz y maní. En la cueva de Huachichocana (Purmamarca) se hallaron restos de plantas domesticadas de esa época. En Alfarcito (Tilcara), en Antumpa (cerca del río Grande), o Estancia Grande (Puamamarca) hay vestigios que hablan de aldeas, con casas dispersas, habitadas por familias de igual riqueza, que trabajaban la cerámica, tejían y solian intercambiar productos con otros pueblos, incluso de lugares tan lejanos como el desierto de Atacama (Chile).
Desde el año 1.000, estas comunidades experimentaron cambios profundos. Algunas personas ya sobresalían por tener mayor poder y prestigio. Las crecidas aldeas contaban con jefes: los Kuracas. La economía necesitaba de grandes obras, como andenes, canales de riego y silos para almacenar granos de maíz y chuño. Los campos de cultivo de Coctaca tenían casi 4.000 hectareas bajo riego.
Al norte habitaban los Omaguacas y los uquías, que constituían una unidad; mas al sur, los Tilcara,ocupaban la actual zona de Tilcara, Maimará y en Hornillos; los purmamarcas, se encontraban un poco mas hacia el oeste, y en la actual zona de Volcán, estaban los tilianes.
PISOS ECOLOGICOS
Las comunidades que habitaban en los Andes tuvieron una economía muy completa, gracias a que supieron utilizar los recursos que ofrecía cada ambiente geográfico, en diferentes altitudes (pisos ecológicos). Por ejemplo, los pueblos de la Quebrada, que cuidaban sus cultivos y rebaños, enviaban a parte de su gente a “colonizar” las tierras altas de la Puna; se procuraban sal y cazaban guanacos y vicuñas. Otros colonos bajaban hasta los Valles para conseguir coca, miel o madera para fabricar arcos y flechas.
LOS ABORIGENES DE LOS VALLES
Los Valles Centrales jujeños fueron habitados por osas, paipayas y ocloyas, quienes vivían de la caza y la recolección. También practicaban la agricultura, en especial el maíz.
En el amplio valle del río San Francisco, en el este de Jujuy, se asentaban, unos 2.500 años atrás, culturas que vivían en aldeas, con chozas que hoy forman grandes montículos, donde los arqueólogos han hallado numerosos restos de cerámica. En las tierras cálidas y húmedas de la región chaqueña, poblaciones nómadas de matacos, tobas y mocovíes, se movilizaban constantemente en procura de la caza de animales y de nuevos territorios para sus cultivos de mandioca, maíz o zapallo.
La influencia cultural de los guaraníes fue notable en esta zona; aproximadamente hacia el año 1500, los pueblos chiriguanos, provenientes del Amazonas (Brasil) se expandieron hacia las laderas boscosas de los Valles Orientales.
En el amplio valle del río San Francisco, en el este de Jujuy, se asentaban, unos 2.500 años atrás, culturas que vivían en aldeas, con chozas que hoy forman grandes montículos, donde los arqueólogos han hallado numerosos restos de cerámica. En las tierras cálidas y húmedas de la región chaqueña, poblaciones nómadas de matacos, tobas y mocovíes, se movilizaban constantemente en procura de la caza de animales y de nuevos territorios para sus cultivos de mandioca, maíz o zapallo.
La influencia cultural de los guaraníes fue notable en esta zona; aproximadamente hacia el año 1500, los pueblos chiriguanos, provenientes del Amazonas (Brasil) se expandieron hacia las laderas boscosas de los Valles Orientales.
SENDAS Y CAMINOS
Aunque entre los pueblos indígenas no faltaron los conflictos, existió un atractivo trafico regional a corta y larga distancia. Este intercambio permitió obtener elementos de los que se carecía. Las rutas transitadas por hombres, caravanas de llamas y bienes, conectaban a las comunidades jujeñas con el altiplano boliviano, los oasis del norte chileno o las selvas chaqueñas. Lo mismo ocurría entre las distintas regiones de Jujuy, ya que la infinidad de caminos y sendas permitía llegar a diferentes pisos ecológicos y complementar la economía. Así, desde los Valles se ascendía por el rio Morado hasta el Altiplano; la Quebrada de Humahuaca era un camino natural hacia el norte. A la vez, quebradas transversales como las de Reyes, León, Purmamarca y Yacoraite servían de sendas para conectar la Quebrada de Humahuaca con la Puna; los Abras del Cóndor, Zenta y Tiraxi comunicaban la Quebrada con los Valles Orientales.
EL CAMINO DEL INCA
Para llegar rápidamente a cualquier punto del imperio, los incas tenían una amplia red de caminos, símbolo de su poder estatal.
En el actual territorio de Jujuy, utilizaron muchos de los caminos ya existentes, a los que le agregaron calzadas, escaleras, cercas y señales de madera o piedra.
Los caminos los usaban las tropas para desplazarse, los chasquis, los administradores del Tawantinsuyu (imperio inca) que cobraban los impuestos, y el propio rey inca con su comitiva. El resto de las personas no podían usarlo, salvo que tuvieran autorización del Inca o de sus emisarios.
En la Puna y la Quebrada quedan muchos vestigios de caminos y calzadas. Además construyeron caminos para acceder a los Valles Orientales y a distintas zonas productoras.
LOS TAMBOS
Los tambos (tampu) eran paraderos y albergues ubicados a la vera de los caminos. Los incas construyeron un tampu cada 20 o 25 Km, que era la distancia que podía recorrerse en una jornada.
Había tampu de distintas importancias. Los más grandes tenían depósitos, corrales y edificios para alojar a los funcionarios y al mismo Inca. Y los más chicos eran para el descanso de los chasquis o correos del imperio y para aprovisionar las caravanas de llamas.
En Jujuy todavía existes muchos tampu. En Calahoyo (Puna) se encuentra un tampu real; bajando por el Camino del Inca, el tampu de Queta Viejo. Cerca de La Quiaca, el tampu de Toroara; y los valles el tampu Chasquillas.
CENTROS CEREMONIALES
Los incas aportaron nuevas creencias religiosas, relacionadas con la adoración al sol y a los cerros. Así levantaron altares en los cerros más altos, donde hacían ofrendas y realizaban ceremonias.
En Jujuy se descubrieron centros de culto en los cerros Chañi, Chasquillas, Amarillo y Morado, junto con sus correspondientes caminos de acceso y los tampu del trayecto.
INVASIONES AL TERRITORIO JUJEÑO
Los pueblos jujeños fueron libres e independientes durante 9.000 años.
Desde el siglo XV, sufrieron la dominación de los grandes y poderosos imperios. Primero el de los incas, con quienes mantenían comunicaciones y compartían pautas culturales.
Luego los españoles, cuya dominación enfrento a dos culturas diferentes.
LOS INCAS LLEGAN A JUJUY
Los Incas que tenían su centro de poder en Cuzco (Perú), formaron un imperio que se expandió hacia el norte, hasta el actual Ecuador y hacia el Sur, hasta el centro de Chile. Esta expansión en algunas ocasiones fue pacífica y se desarrollo a través de pactos con los
Kuracas locales, que aceptaban pertenecer al imperio. Otras veces, cuando se resistían, el rey inca enviaba a sus guerreros a someterlos por la fuerza.
Entre 1.430 y 1.480, los incas se expandieron hacia el sur y conquistaron el imperio de los Kollas, al sur del lago Titicaca. Las matanzas que se cometieron durante la invasión probablemente haya sido una haya sido una advertencia para los pueblos del sur.
Una vez que lograron someter a los pueblos de la Puna y la Quebrada, los incas establecieron su régimen en el territorio, con la constitución de la provincia de Kollasuyo.
Algunos investigadores creen que en Jujuy la dominación incaica fue pacífica, concretándose acuerdos entre los Kuracas locales y el estado Inca, quienes aun subordinados mantuvieron su jerarquía y sus dioses.
LA CONQUISTA ESPAÑOLA
Cuando los españoles llegaron a América, comenzaron colonizando las zonas más ricas de México y Perú, donde existían importantes imperios aborígenes, como el de los Mayas y Los Aztecas. De allí se expandieron por otros territorios y sometieron a los pueblos que habitaban.
Así comenzó un largo proceso de conocimiento de ambas culturas, muy diferentes entra ellas. También se inicio la resistencia indígena, que tuvo distintas duraciones según la región.
Con la conquista española, apareció una nueva categoría social: la del “indio”. Los aborígenes americanos estaban organizados según sus diferencias culturales, políticas y lingüísticas; sin embargo, los españoles unificaron estas diversas culturas bajo el rotulo común de “indígenas”.
Junto a los españoles llegaron a América algunas enfermedades. Algunas como la gripe, eran desconocidas para los nativos, por lo que carecían de anticuerpos contra ellas, y se propagaron rápidamente en forma de pestes que llegaron a Jujuy incluso antes que los propios españoles, y provocaron numerosas muertes entre las poblaciones locales.
Los conquistadores trajeron animales y plantas que no existían en América. Pronto, las vacas, gallinas, cabras, cerdos, y ovejas, convivieron con las llamas. Algunos de estos animales llegaron a Jujuy antes de la fundación de la ciudad, habían entrado desde el Tucumán, robados a los españoles o simplemente abandonados por ellos.
Con la introducción de nuevos cultivos, como el trigo y la cebada, también aparecieron nuevos instrumentos de labranza; el arado fue la herramienta más incorporada por las poblaciones andinas. Los españoles a su vez debieron aprender a utilizar los cultivos tradicionales americanos, como maíz, papa, ají y habas
ENTRADAS ESPAÑOLAS AL TERRITORIO JUJEÑO
Los españoles llegaron a la región de los Andes en momentos en que acababa de morir Huayna Cápac, el soberano Inca, y sus
dos hijos, Atahualpa y Huáscar, se peleaban por la sucesión del trono. Como gran parte del imperio incaico estaba formado por pueblos conquistados, algunos de ellos apoyaron a los españoles, pensando que así recobrarían su independencia.
El español Francisco Pizarro y sus hombres aprovecharon esta oportunidad para sorprender y apresar al Inca Atahualpa. Así, en 1532, tomaron posesión de Tawantinsuyu en nombre de la corona española y pusieron fin a la independencia política de los pueblos andinos.
Los nuevos conquistadores consideraron a los aborígenes como “vasallos del rey de España”. En casos, entregaban a poblaciones aborígenes a un encomendero, que era un español encargado de recaudar los impuestos, y a cambio, debía brindarles protección y evangelizarlos.
Las poblaciones de Jujuy fueron repartidas en encomiendas, mucho antes de que los españoles llegaran a la zona; estos repartos se hacían desde el Alto Perú o el Tucumán.
El primer español que piso suelo jujeño fue Diego de Almagro, en 1535: atravesó la Puna hacia el sur en camino hacia Chile. Las crónicas dicen que una avanzada de la expedición de Almagro exploró el valle de Jujuy donde debió enfrentarse con los aborígenes. Sin embargo, los conquistadores permanecieron en la región solo el tiempo necesario para reponer fuerzas y obtener alimentos.
Ocho años más tarde, Diego de Rojas llego desde el Perú para explorar estos territorios. Siguió el
mismo camino que Almagro, pasando por Casabindo y Cochinoca hasta llegar hasta el valle de Salta. La expedición de Rojas no tenia fines colonizadores, sino que su intensión era más bien recorrer la vasta geografía existente entre Chile y el Rio de la Plata.
La tercera incursión española en tierras jujeñas la realizó Núñez de Prado, quien tenía órdenes de fundar ciudades en la zona llamada “del Tucumán”.
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