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jueves, 24 de noviembre de 2011

EL ARTICO EN LA MIRA!!!



EL CALENTAMIENTO GLOBAL Y LA NUEVA 

CONQUISTA DEL ÁRTICO


La línea de árboles, la frontera ártica a partir de la cual desaparecen los bosques y dominan el paisaje desolado los líquenes, los musgos y los arbustos, el terreno congelado, el hielo y la nieve, ha quedado muy al Sur, a más de mil kilómetros.
En pleno Ártico, la canadiense isla de Baffin tiene más o menos una extensión de 500.000 kilómetros cuadrados y viven en ella 11.000 personas.
De ellas, unas 7.000 residen en Iqaluit, una población que respira frío por todos los rincones, situada al fondo de una bahía que se congelará completamente dentro de nada, en diciembre (seguramente una o dos semanas más tarde de lo normal, como en los últimos tiempos, debido al cambio climático, dicen los expertos).
La vida en la zona es escasa, difícil y muy costosa, pero Canadá ha relanzado su gran pedazo de Ártico, igual que los demás países del extremo Norte. Las riquezas en forma de petróleo y gas, minas de hierro y de níquel, oro, diamantes… escondidas bajo sus aguas y tierras heladas, emergen renovadas con las nuevas condiciones del calentamiento global.
Además, las reivindicaciones de soberanía en el océano septentrional han puesto el Ártico en las agendas políticas de los siete países ribereños.
“El Norte es una nueva frontera, con nuevas riquezas; sabíamos hace tiempo que aquí hay recursos inmensos, pero ahora se aprecian grandes cambios y se abren grandes oportunidades”, explica Randy Gillespie, director de investigación aplicada del Instituto Marino (en Terranova, Canadá).
“Ahora el Ártico es importante porque supone dinero, proyectos y nuevos planes, pero también hay que recordar que es especialmente frágil porque todo aquí vive en el límite de la supervivencia”.
El deshielo paulatino durante más meses al año en zonas extensas puede facilitar algunas actividades económicamente interesantes, como la pesca o el tráfico marítimo, pero también exige hacer frente a muchos costes.
Y los cambios afectan a todos, incluidos, por supuesto, los pueblos indígenas. “El Ártico afronta ahora los enormes retos del cambio climático, que influye en nuestra economía y en nuestro medioambiente”, dijo Peter Kilabuk, líder inuit y diputado de la Asamblea de Nunavut, en la inauguración del congreso Ocean Innovation 2011, organizado por Gillespie y celebrado recientemente en Iqaluit.
La misma convocatoria, por primera vez en ese lugar, en vez de en Terranova, como en las ediciones anteriores, ya indica algo acerca del foco de interés por esta región.
Biólogos, físicos, químicos, geólogos, expertos en clima, ingenieros, etcétera, acuden a esta nueva cita ártica que Canadá quiere que sea internacional, buscando y reforzando colaboraciones con especialistas de otros países.
“La soberanía en el Ártico, su protección medioambiental y su desarrollo económico y social son una prioridad máxima”, se afirma en documentos oficiales. Hay que tener en cuenta que el Norte supone el 40% del territorio canadiense. Y más allá, casi hasta el mismo Polo Norte, se extiende una amplia y estratégica plataforma continental para la que prepara su reivindicación de soberanía.
El calentamiento global es ya obvio en el Ártico, y cada vez más rápido (2011 ha sido el segundo verano de récord de reducción del hielo marino en el mar septentrional). Las perspectivas de su intensificación unidas a la nueva explotación del territorio redoblan las cautelas tanto como los planes de futuro.
“Si hay pesca sostenible en el Ártico en el futuro será mediante la innovación, no aplicando las mismas prácticas que se han aplicado en el Sur. Se necesita desesperadamente investigación sobre las condiciones del Ártico”, añade Trevor Taylor, director de Oceans North Canadá.

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