El Awka

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miércoles, 29 de enero de 2014

URGENTE!!! NOS QUEDAMOS SIN AGUA.

SUDAMÉRICA: MINERÍA Y CRISIS DEL AGUA.

Sudamérica representa sólo un 6% de la población mundial, pero tiene el 26% de los recursos hídricos del planeta.
Eso convierte a América del Sur en la reserva de agua dulce más importante del globo y en el blanco de la voracidad de los países ricos y las empresas multinacionales.
Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela comparten la cuenca Amazónica, la mayor del orbe. Tiene el 16% de las reservas de agua dulce de superficies mundiales y podría abastecer a toda la población de la Tierra.
Mientras la cuenca De la Plata, compartida por Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, tiene el 3% de las reservas de agua dulce de las superficies mundiales.
El agua dulce es la mayor riqueza del planeta, es el elemento imprescindible y fundamental para la vida. Pero tiene una desigualdad distributiva aun mayor que la riqueza material. Del total consumido, el 85% lo es por el 12% de los seres humanos que habitan la Tierra.
Glaciares andinos
La región andina concentra el 95% de los glaciares tropicales del mundo. El 71% de ellos están en Perú, el 22% en Bolivia, el 4% en Ecuador y el 3% en Colombia. En todos se observa un franco retroceso producto del calentamiento global. En los Andes tropicales los glaciares se han reducido en una cuarta parte en los últimos 30 años.
Los glaciares tropicales cubren una superficie de 2,500 kilómetros cuadrados. Son particularmente importantes por los recursos hídricos que otorgan. Los glaciares constituyen las reservas sólidas de agua dulce y tienen una gran sensibilidad al cambio climático.
Muchos de los glaciares de los Andes pierden densidad rápidamente y según el IPCC (panel de la Organización de las Naciones Unidas que agrupa a las diferentes investigaciones internacionales sobre el cambio climático) estos glaciares desaparecerán completamente en 20 o 30 años.
Por ejemplo, en 1970 existían en el Perú 18 grandes áreas glaciares que cubrían una extensión de 2,041 kilómetros cuadrados. Esta extensión se redujo a 1,595 kilómetros cuadrados en 1997, lo que significa que en sólo 27 años se produjo una reducción del 21.8%. Este ritmo se acelera y se prevé la próxima desaparición de los glaciares ubicados por debajo de los 5.500 metros.
El fenómeno de El Niño tiene un efecto multiplicador sobre el deshielo de Los Andes. Durante El Niño, las precipitaciones bajan y la atmósfera se recalienta. La capa de nieve disminuye, lo que acelera la pérdida de masa helada. El fenómeno resulta más inquietante porque se superpone al calentamiento global, que afecta también a la región.
Un efecto de estos cambios en los glaciares se refiere al régimen hidrológico de las cuencas, que varía en función del volumen de masa helada en las montañas. En varios lugares de los Andes se ha notado desde hace unas décadas un aumento significativo de los volúmenes escurridos en cuencas con glaciares (Cordillera Blanca), a pesar de una disminución de las precipitaciones (por ejemplo en Chile entre los 27° y los 40° de latitud sur).
En los Andes, los glaciares tropicales están permanentemente sometidos a un régimen de pérdidas en su parte inferior, que alcanza su nivel máximo durante el verano austral, de octubre a abril. En esa época es cuando coinciden el mayor calentamiento del Sol y las máximas precipitaciones.
El proceso andino no es el único, ya que el deshielo afecta también a otros glaciares. En el Ártico, la capa de hielo es casi un 40% más delgada que hace 40 años mientras en la Antártida los glaciares pierden 1,2 metros de grosor cada año, lo que eleva progresivamente el nivel del mar. En Europa se estima que dentro de un siglo se producirá la casi total desaparición de los glaciares.
Minería y agua
La minería afecta las reservas de agua dulce de dos maneras: utilizando enormes volúmenes en sus procesos y contaminándolas de manera irreparable. En la minería a cielo abierto, el mayor uso se da en el riego de vías internas para reducir el polvo en suspensión. Cifras disponibles indican que el agua utilizada en el riego de caminos puede variar entre cero y el quince por ciento del consumo total de agua de una operación minera.
En la minería subterránea el problema consiste en extraer el agua natural apozada al fondo de los trabajos, la cual proviene de lluvias o de acuíferos afectados. El sitio de extracción del mineral puede tener circulación interna de agua, de origen subterráneo (afloramientos) o de precipitaciones.
En las plantas de concentradoras el procesamiento de minerales representa el mayor consumo de agua con respecto a los volúmenes totales. Involucra la trituración (chancado) y molienda del mineral; luego la flotación, clasificación y espesamiento.
El mayor consumo se da en la flotación, el transporte de concentrados y desechos (relaves) y la evaporación e infiltración en los tranques. Con frecuencia el mineral es acondicionado previo a la molienda. La flotación del mineral es físico-química: consiste en extracción no del mineral como tal, sino de partículas del mineral que lo contienen en combinación con azufre. Ello significa que se le agrega agua en exceso y algunos reactivos que son importantes en la flotación.
El agua del proceso de flotación se usa también para transportar los concentrados y los materiales de desecho hacia el tranque de relaves. Y las pérdidas asociadas a los relaves se dan en el líquido no recuperado que se evapora, descarga, retiene o infiltra.
Finalmente, la minería también consume agua en sus campamentos: bebida, cocción, lavado, riego y baños. Son volúmenes poco significativos frente al total consumido en operaciones mineras.
Resumiendo, el agua se pierde en el procesamiento de minerales por:
- Evaporación, en tranques, espesadores y acopio de mineral o concentrado.
- Infiltración producida hacia los acuíferos que es absorbida en los suelos o evaporada.
- Secado del concentrado previo a la fusión.
- En los mineroductos, donde, para que el concentrado fluya es preciso agregar agua.
La minería, además, contamina las fuentes hídricas de cuatro maneras: por drenaje ácido, por contaminación química, por erosión y sedimentación, y por metales pesados y lixiviación.
El drenaje ácido se produce cuando las grandes cantidades de roca que contienen minerales sulfatados son excavadas en las minas subterráneas y estos se mezclan con el aire o con el agua creando ácido sulfúrico.
Cuando el agua alcanza cierto nivel de acidez, una bacteria llamada tiobacilus ferroxidante aparece y acelera los procesos de oxidación y acidifcación, disolviendo aun más los residuos de metales.
La contaminación química ocurre cuando agentes químicos como el cianuro y el ácido sulfúrico, usados por las mineras para la separación del material deseado del material en bruto, se derraman, gotean o se trasladan a un cuerpo de agua cercano. Son químicos altamente tóxicos para los humanos y los animales.
En cuanto a la erosión, el desarrollo minero perturba el suelo y las rocas en el transcurso de la construcción y mantenimiento de caminos, basureros y excavaciones a la intemperie. La erosión de la tierra expuesta transporta una gran cantidad de sedimentación a arroyos, ríos y lagos. La sedimentación excesiva obstruye las riveras, su delicada vegetación y el hábitat de la fauna y los organismos acuáticos.
inalmente, la contaminación minera por metales pesados y lixiviación es causada cuando metales como el arsénico, cobalto, cobre, cadmio, zinc, plomo y plata, contenidos en las rocas excavadas o expuestas en las vetas de una mina subterránea, entran en contacto con el agua.
Los metales son extraídos y llevados río abajo, mientras el agua lava la superficie rocosa. La lixiviación es particularmente acelerada en las condiciones creadas por el drenaje ácido de la minería.

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