ES COMÚN LA PRESENCIA DE NIÑOS MENDIGANDO EN EL PUENTE INTERNACIONAL Y DE OTROS TRABAJANDO EN PELIGROSAS CONDICIONES
LA QUIACA. El estancamiento y la inseguridad económica han agudizado los problemas sociales en Argentina, creando situaciones degradantes y de extrema pobreza que no garantizan el derecho a la vida, educación y una vivienda digna de los grupos más vulnerables, el de los niños y adolescentes. La frontera norte del país no está ajena a esta problemática. El Puente Internacional "Horacio Guzmán" que divide a las ciudades de La Quiaca y Villazón (Bolivia) es testigo silencioso de cómo niños mendigan y están expuestos a toda clase de peligros. Más aún en la presente temporada turística invernal cuando cientos de personas colapsan el estrecho espacio a diario, cuando está latente el tema del tráfico humano, pero aparentemente todos hacen la vista gorda. Esto trae como consecuencia una serie de violaciones a los derechos humanos que se traducen en distintas formas de violencia, convirtiendo a los niños y jóvenes en mercancías, como en caso de la explotación laboral, mendicidad organizada, prostitución infantil, niños de la calle, entre otras situaciones. |
Días pasados desconocidos quisieron "levantar" a dos niñas de 12 y 4 años, ambas oriundas de Abra Pampa, cuando salían del colegio. Por fortuna se dieron cuenta de la situación y huyeron presurosas gritando y llorando, para luego ser socorridas por un taxista.
La ausencia de las autoridades de ambas ciudades es notoria cuando se habla de niños en situación de vulnerabilidad. También cabe destacar la ausencia de un Estado que no asume su indelegable rol tutelar y no concurre al amparo de niños y adolescentes que padecen hambre, desnutrición, abandono, abuso de autoridad, legislación inadecuada y justicia ineficiente e ineficaz. Dejando de lado la nacionalidad, el caso particular de esta región existen factores determinantes que desencadenan la situación como son los escasos ingresos de sus familias, el hacinamiento de sus hogares, la falta de estimulación psico-afectiva adecuada desde el nacimiento, la deserción temprana del sistema escolar, el acceso limitado a la red de servicios de salud y la falta de propuestas que estimulen su crecimiento y afirmación como personas.
Pueden observarse las condiciones denigrantes que sufren muchos de ellos, que por necesidades económicas familiares trabajan como vendedores ambulantes, abriendo puertas de taxis o participando de la mendicidad.
La marginalidad y falta de expectativas a futuro han implementado una droga barata y letal que empuja a los niños y jóvenes a evadir la realidad. Todos hablan de que los niños son el futuro sin embargo las acciones para contenerlos están ausentes, solo un río divide las dos localidades que suman aproximadamente ochenta mil habitantes, la ciudad norteña no cuenta con una política que favorezca el desarrollo y crecimiento de niños. Hay un estancamiento acentuado en ese aspecto, los jóvenes no cuentan con un espacio adecuado que los convoque y agrupe porque las iniciativas nunca fueron propuestas, el resultado esta a simple vista no hay una vida social. Estos temas deben ser claves e impostergables a los fines de implementar políticas activas, respetando los derechos de los niños, para no convertirnos en cómplices de funcionarios que ante estos flagelos miran para otro lado. La solución debe ser tratada de raíz no "apartarlos" del lugar para que no den mala imagen, sino darles la oportunidad de un futuro mejor.
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