INTI RAYMI - AŇO 160.000. MACHAKUTI 500 - PACHAKUTI 20
La tradicion incaica señala que fue Pachakuteq, el primer inca, quien creo la Fiesta del Sol. El dia central de la celebracion coincidia con el solsticio de invierno y era el primero del calendario solar incaico. El Inti Raymi fue prohibido por los españoles durante los primeros anos de la Conquista, y luego, abolido de manera oficial en 1572 por el virrey Francisco de Toledo. En 1944, la fiesta renacio luego de que el Instituto Americano de Arte del Cusco aprobara la peticion de Humberto Vidal Unda para celebrar el nacimiento de la ciudad. Se eligio como fecha el 24 de junio -entonces Dia del Indio; hoy, Dia del Campesino-, porque coincidia aproximadamente con la fecha en que se realizaba la ceremonia en tiempos del incanato.
Aunque hoy conocemos a esta celebración con su nombre quechua de Inti Raymi, en realidad se trata de una festividad común a muchos pueblos prehispánicos de los Andes, y que seguramente precede con mucho a la formación del Imperio incaico.
El Inti Raymi aún se celebra como rito sincrético en muchas comunidades andinas. En el callejón interandino septentrional del Ecuador, por ejemplo, el conjunto de festividades relacionadas abarca todo el mes de junio y parte de julio, teniendo cada ciudad sus propios ritos y costumbres, y llegando a paralizarse la vida cotidiana como efecto de las celebraciones, que toman las avenidas noche y día.
En la época de los incas, esta ceremonia se realizaba en la plaza Huacaypata (hoy Plaza de armas del Cusco), con la asistencia de la totalidad de la población de la urbe, tal vez unas cien mil personas. Con la llegada de los españoles, fue suprimida.
En el solsticio de invierno sucede el día más corto y la noche más larga del año. Durante la época incaica, ese hecho revestía fundamental importancia, pues era el punto de partida del nuevo año, que se asociaba con los orígenes de la propia etnia inca. Inca Garcilaso de la Veganos dice que era ésta la principal fiesta y a ella concurrían «los curacas, señores de vasallos, de todo el imperio [...] con sus mayores galas e invenciones que podían haber». La preparación era estricta, pues en los previos «tres días no comían sino un poco de maíz blanco, crudo, y unas pocas de yerbas que llaman chúcam y agua simple. En todo este tiempo no encendían fuego en toda la ciudad y se abstenían de dormir con sus mujeres». Para la ceremonia misma, las vírgenes del Sol preparaban unos panecillos de maíz.
Ese día, el soberano y sus parientes esperaban descalzos la salida del sol en la plaza. Puestos en cuclillas («que entre estos indios es tanto como ponerse de rodillas», aclara el cronista), con los brazos abiertos y dando besos al aire, recibían al astro rey. Entonces el inca, con dos vasos de oro, brindaba la chicha: del vaso que mantenía en la mano izquierda bebían sus parientes; el de la derecha era derramado y vertido en un tinajón de oro.
Después todos iban al Coricancha y adoraban al sol. Los curacas entregaban las ofrendas que habían traído de sus tierras y luego el cortejo volvía a la plaza, donde se realizaba el masivo sacrificio del ganado ante el fuego nuevo que se encendía utilizando como espejo el brazalete de oro del sacerdote principal. La carne de los animales era repartida entre todos los presentes, así como una gran cantidad de chicha, con la que los festejos continuaban durante los siguientes días.
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