INCENDIOS EN COLOMBIA HAN ARRASADO CON MÁS DE 1.000 HECTÁREAS DE BOSQUE NATIVO.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, instó a prevenir los incendios en la temporada de sequía de comienzo del año.
“Tengan mucho cuidado de no provocar incendios. La temperatura está especialmente alta, la sequía es una situación muy propicia para los incendios y éstos causan muchos estragos”, dijo desde el municipio de Coyaima, en Tolima (centro del país), donde encabezó su programa de los sábados “Acuerdos para la Prosperidad”.
Santos destacó el desastre causado por un incendio desatado en el municipio de Cota, cercano a Bogotá, “el más duro que tenemos en este momento” y agradeció a las más de 600 personas que trabajan desde este viernes para controlarlo
Incluso, anunció que al término de su participación en el acto público en Coyaima se desplazaría hasta Cota para conocer la situación de las labores de los organismos de socorro y de los habitantes que han tenido que ser evacuados por la violenta conflagración que ha arrasado al menos 10 hectáreas de bosque.
El alcalde de Cota, Alexander Prieto, indicó en la radio nacional que el fuego no ha afectado a los cultivos de la zona, pero se teme que las altas llamas alcancen unas viviendas ubicadas a unos 300 metros del foco, lo que obligó a las autoridades a evacuar a 7 de 60 familias que viven en las inmediaciones.
“Esta mañana di la orden para que fortalecieran el número de helicópteros de la Fuerza Aérea para ver si logramos controlar lo más rápido posible este incendio, que es uno de los más graves en el territorio nacional”, agregó el presidente.
Según el más reciente reporte de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), los 86 incendios que se presentaron desde el 1 de enero de 2013 han consumido 1.109 hectáreas de bosques en 14 de los 32 departamentos colombianos.
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LOS GLACIARES DE ECUADOR DESAPARECERÁN EN 70 AÑOS POR EL CAMBIO CLIMÁTICO.
Los glaciares de Ecuador, que coronan volcanes de más de 5.000 metros de altura, desaparecerán en 70 años al ritmo actual de deshielo por el calentamiento global, lo que alterará el ecosistema de alta montaña y el volumen de agua para consumo humano, según los expertos.
Una situación similar se observa en Perú, Bolivia y Colombia, que comparten con Ecuador los glaciares “tropicales” de América.
Uno de ellos es el Antisana, una enorme mole de 5.753 metros de altura con dos conos volcánicos por cuyas quebradas bajan las aguas heladas que terminan en la mayoría de los grifos de los hogares de Quito, una ciudad de 2,4 millones de habitantes.
La previsible desaparición de los hielos eternos tendrá efectos en el frágil páramo que lo rodea, compuesto de extensiones de pajonales y gramíneas bajas, y donde habitan especies en peligro de extinción como el oso de anteojos y el cóndor.
La pérdida del líquido contenido en las nieves no es el gran problema, sino los efectos de la falta de ese foco frío en ese ecosistema, que actúa como una esponja, al absorber el agua de lluvia y del deshielo, dijo Jorge Núñez, el especialista en Ecuador del Proyecto de Adaptación al Impacto del Retroceso Acelerado de Glaciares en los Andes Tropicales (PRAA).
“Al afectarse los páramos tendremos daños irreversibles en la biodiversidad y la disponibilidad de agua, el almacenamiento y regulación del agua”, alertó Núñez.
Tan solo un 8% del agua que baja del Antisana procede del glaciar, mientras que el resto sale del páramo, explicó María Victoria Chiriboga, directora de Adaptación al Cambio Climático del Ministerio del Ambiente de Ecuador.
Colombia, como Ecuador, tiene páramos, pero la situación es diferente en Perú y Bolivia, donde son escasos y donde el abastecimiento de agua depende más, por ello, de la precipitación y del agua almacenada en las nieves, dijo Núñez.
Perú concentra más del 70% de los glaciares andinos, Bolivia el 20%, mientras que Ecuador y Colombia cuentan con un 4 por ciento cada uno.
Su tasa de decrecimiento depende de factores como su ubicación y tamaño, pero en general es similar en toda la región, según Núñez.
Ecuador ha perdido el 30% de la masa de sus nevados en los últimos treinta años, por lo que a este ritmo desaparecerán por completo dentro de 70 años, dijo el experto.
En Bolivia el fenómeno ya se ha cobrado una víctima, el Chacaltaya, un pico de más de 5.400 metros de altura que perdió su capa blanca en 2009.
El culpable es el cambio del clima del planeta, que hoy en día es 0,8 grados centígrados más caliente en media que en la época preindustrial, según los científicos.
En Ecuador la subida ha sido de un grado centígrado en tan solo los últimos 50 años y en algunos lugares de la región andina ese alza llega a los dos grados centígrados, según Chiriboga.
“No hay medio humano capaz de detener el retroceso glaciar, lo que sí podemos hacer es trabajar para atenuar los impactos”, dijo Núñez.
Y para ello es fundamental contar con datos sobre la atmósfera de la alta montaña, que es muy mal conocida en los trópicos. Para ello, los países andinos han instalado estaciones meteorológicas en algunos de sus nevados con apoyo del PRAA y de la cooperación internacional.
Ecuador vigila por ahora solo el Antisana, donde cuenta con tres instalaciones automáticas a diversas alturas y otras tres menores encima del hielo.
Las estaciones miden el viento, la radiación solar, la altura de la nieve, la precipitación, la temperatura y la saturación de agua del suelo, que revela la capacidad de almacenamiento del páramo.
Desde algunas de ellas se ve en mañanas claras el cono perfecto del Cotopaxi, otro volcán cuyo gorro blanco decrece cada día.
El cambio climático también mermará las cosechas en América Latina y generará inundaciones y sequías, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La subida de la temperatura en dos grados centígrados por encima del nivel actual provocaría daños crecientes en la región, que llegarían en 2050 a unos 100.000 millones de dólares, de acuerdo con sus cálculos.
Ese dato debería hacer que no solo los ministerios de ambiente se preocupen por los glaciares, sino también los de finanzas.
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INCENDIO CONSUME ALREDEDOR DE MIL HECTÁREAS EN BRASIL.
Por lo menos unas 1.000 hectáreas del Parque Nacional Chapada Diamantina fueron destruidos en un incendio iniciado hace casi una semana y que podría tener origen criminal, según informaron las autoridades brasileñas.
El jefe interino del parque, Cezar Goncalves, dijo que es preocupante la situación del parque, en el estado oriental de Bahía y uno de los más visitados en la actual temporada de verano austral, debido a que el bajo nivel de lluvias de los últimos meses favoreció la propagación del incendio en la zona.
“Las lluvias han estado por debajo del promedio desde agosto de 2011, por lo tanto estamos hace más de un año con problemas graves de incendios”, declaró Goncalves, citado por el servicio noticioso estatal Agencia Brasil.
Un comunicado del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad, órgano estatal responsable de administrar los parques nacionales, alertó en un comunicado que el incendio podría tener origen criminal, y que se ha propagado por causa de la sequía, sin previsión de lluvias hasta la próxima semana.
Para combatir el fuego fueron movilizados agentes del cuerpo de bomberos del estado de Bahia, brigadas de voluntarios y del Centro de Prevención y Combate de Incendios Forestales del Instituto Brasileño del Medio Ambiente, ejecutor de las políticas ambientales del gobierno brasileño.
El Parque Nacional Chapada Diamantina recibe alrededor de 16.000 visitantes por año en una extensión de más de 152.000 hectáreas en el centro del estado de Bahia. Pese al incendio, los senderos habilitados para turistas continúan abiertos aunque las autoridades recomiendan mantener cuidado.
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